El alcoholismo es una enfermedad crónica y progresiva a la que se puede tener predisposición genética, y es mortal si no se trata. Sin embargo, las personas pueden recuperarse, y lo hacen. De hecho, se estima que hasta 20 millones de personas y familiares viven en recuperación.
El alcohol es la sustancia adictiva más utilizada en los Estados Unidos: 17.6 millones de personas, o uno de cada 12 adultos, sufren de abuso o dependencia del alcohol junto con otros varios millones más que se involucran en patrones de consumo excesivo de alcohol que podrían generar problemas con el alcohol.
El uso y abuso de alcohol es un problema grave que no debe ser ignorado o minimizado. Si no se trata, el uso y el abuso pueden convertirse en alcoholismo. Como resultado, es importante reconocer los signos y síntomas del abuso de alcohol de manera temprana.
Algunos síntomas de abuso de alcohol incluyen:
- Apagones temporales o pérdida de memoria.
- Discusiones o peleas recurrentes con familiares o amigos, así como irritabilidad, depresión o cambios de humor
- Consumo continuo de alcohol para relajarse, animarse, dormir, lidiar con problemas o sentirse “normal”
- Dolor de cabeza, ansiedad, insomnio, náuseas u otros síntomas desagradables cuando se deja de beber
- Piel enrojecida y capilares rotos en la cara, una voz ronca, manos temblorosas, heces con sangre o negras/alquitranadas, o vómitos con sangre, diarrea crónica
- Beber solo, por las mañanas o a escondidas
El abuso de alcohol y el alcoholismo pueden afectar todos los aspectos de la vida de una persona. El consumo de alcohol a largo plazo puede causar serias complicaciones de salud, dañar la estabilidad emocional, las finanzas, la carrera y tener un impacto sobre la familia, los amigos y la comunidad.
Dependiendo de la gravedad de la adicción, es importante buscar ayuda de profesionales y trabajar con ellos para buscar una forma de tratamiento que funcione para ti.