La AR generalmente afecta primero las articulaciones pequeñas de las manos y los pies, y luego se extiende por los brazos y las piernas.
Un buen control de la AR requiere un diagnóstico precoz y, en ocasiones, un tratamiento agresivo para reducir los síntomas y el mal funcionamiento. Los médicos comenzarán la terapia médica adecuada tan pronto como sea posible, antes de que sus articulaciones sufran daños duraderos.
- Acuda a un reumatólogo para que haga un diagnóstico adecuado y le aconseje sobre las mejores opciones de tratamiento.
- Inicie tratamiento con fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME). No solo alivian los síntomas, sino que también retrasan la progresión de la enfermedad.
- Visite a su médico con frecuencia para realizar un seguimiento de su enfermedad y comprobar si hay efectos secundarios de los medicamentos.
Con los medicamentos correctos, muchos pacientes pueden lograr la “remisión”, es decir, no tener signos de enfermedad activa.